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#30. LA MEJOR CERVEZA SI NO TE GUSTA LA CERVEZA


#30. LA MEJOR CERVEZA SI NO TE GUSTA LA CERVEZA
Hay cervezas que se sienten como un día de verano metido en una botella.
De esas que, con solo abrirlas, parece que el sol te guiña un ojo.
Las Witbier son exactamente eso: una brisa fresca, un suspiro de trigo, y un chispazo cítrico que despierta hasta al más dormido

Pero, ¿qué son realmente? Muchos las han probado sin saber su nombre, creyendo que se trata de una cerveza con "algo raro". Y sí, lo tiene: historia, especias y un alma belga que se resiste a ser olvidada.
Hoy vamos a conocer a esta cerveza blanca, turbia y perfumada que parece hecha para picnic eternos. Y que, por suerte, ha vuelto para quedarse.
COMENZAMOS!!

🍺
EL SABER ES PODER
La receta casi olvidada de los monjes flamencos
En el corazón de Bélgica, hace más de 400 años, los monjes y campesinos elaboraban cervezas de trigo sin filtrar, con un toque muy especial: piel de naranja amarga y semillas de cilantro.
La mezcla no era casual. En una época sin refrigeración ni pasteurización, esas especias ayudaban a conservar la cerveza... y de paso, la llenaban de aroma.

Esa mezcla se llamó "Witbier" (cerveza blanca, en flamenco) por su color pálido y su aspecto turbio.
Durante siglos fue la cerveza del verano belga, pero a mediados del siglo XX estuvo a punto de desaparecer hasta que en los 60, Pierre Celis, que había visto a su padre elaborarla, decidió rescatarla desde su garaje.
Así nació Hoegaarden, la Witbier moderna que hoy encuentras en medio mundo.

Una cerveza que huele a pan y a fruta
La Witbier se elabora con una buena parte de trigo sin maltear, lo que le da ese cuerpo suave, casi cremoso, y un sabor que recuerda al pan recién hecho.
Pero lo que realmente la distingue es su perfume: gracias a la cáscara de naranja amarga y el cilantro, cada trago tiene un aire de especias, flores y fruta cítrica.

Es una cerveza que se sirve fría y sin prisas, que no busca amargar sino refrescar.
Con una espuma ligera y un color pajizo, su turbidez natural es señal de autenticidad: no está filtrada, y eso es parte de su encanto.

Suelen tener entre 4.5 % y 5.5 % de alcohol por volumen, lo que las hace perfectas para refrescar sin tumbarte.
Es esa clase de cerveza que puedes disfrutar a mediodía, en una terraza, sin miedo a que te deje fuera de juego antes de tiempo.
Ideal para el que dice "a mí no me gusta la cerveza"
Si alguna vez escuchaste a alguien decir que no le gusta la cerveza, probablemente es porque solo ha probado las más amargas o intensas.
Las Witbier son una puerta de entrada perfecta: suaves, fragantes y con un punto dulce que no empalaga.

Son la pareja ideal para platos ligeros: ensaladas con queso de cabra, mariscos al vapor, sushi o incluso postres con fruta.
Y si les echas una rodaja de naranja (como hacen en Estados Unidos), el resultado es casi un cóctel.

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FRESCO COMO EL LÚPULO
📌 Los chimpancés también beben “cañas” a diario
Un estudio publicado en Science Advances revela que los chimpancés consumen de forma natural entre 13 y 15 gramos de alcohol al día, el equivalente humano a dos o tres cañas.
Al analizar frutas fermentadas en selvas de Uganda y Costa de Marfil, los investigadores hallaron niveles de etanol del 0,31% al 0,32% en la dieta frutal de estos primates.
El hallazgo refuerza la “hipótesis del mono borracho”, que sugiere que la atracción humana por el alcohol tiene raíces evolutivas.
Esta exposición ancestral al etanol habría moldeado tanto adaptaciones fisiológicas como comportamientos alimenticios.
🤯
LA FRIKADA
¿Sabías que todo el carácter cítrico de las Witbier nace de una naranja que no se come?
Todo empezó en el siglo XVI, cuando los colonizadores llevaron naranjos sevillanos a la isla caribeña de Curaçao.
Allí, el clima árido y el suelo salino transformaron esos frutos dulces en una variedad amarga.

Aunque incomestible, su cáscara seca reveló un perfume intenso, cítrico y floral que conquistó a destiladores y cerveceros por igual.
Los belgas, siempre inquietos, la incorporaron a sus cervezas de trigo.
Hoy, esa cáscara sigue viajando desde el Caribe a Europa, cerrando el círculo entre historia, sabor y tradición. Una naranja que no se come... pero que se bebe.
💭
Al final, lo bonito de cervezas como la Witbier es que te recuerdan que este mundo está lleno de sorpresas.
Yo mismo, cuando empecé a descubrir estilos, me di cuenta de que había mucho más allá de lo típico que había bebido toda la vida.
Y esa sensación de abrir una puerta nueva con cada estilo es justo lo que me gustaría que vivieras tú también.
Porque cuando sabes un poco más, la cerveza deja de ser solo una bebida: se convierte en una experiencia.
Un abrazo,
Cervecero Miguel
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